Microrrelato:
BRUJA DE ARENA
Una figura de arena y polvo se desvanece frente a mí; una dama, una rosa de los vientos, me tiende la mano. En las dunas de la memoria estoy perdida; una dulce melodía llega a mis oídos, un haz de luz baila en mis ojos.
¡Oh, dulce y caprichosa muerte! ¿Por qué prolongar más mi agonía? ¿Y la suya? Le di la
vida, y ahora él me acompaña, sentado al borde de mi lecho. Catorce gramos es lo que pesa el último grano del reloj; el último verso de un poema, largo y dichoso. Estas líneas finales no hablan de diecisiete días en una triste cama; hablan de recuerdos, de amor, de la métrica de los años y la rima de las experiencias; de los fracasos,
de las sonrisas, de las confesiones entredichas que debería haber gritado a pleno pulmón. Esos catorce gramos, son lo que no te llevarás: mi alma; etérea e inmortal, quedará postrada en la tierra, cuando mi cuerpo enfermo ya no esté.
Y el reloj vacío, con el cristal rajado por el sílice cortante, quedará en tus manos.
Un muchacho, parte de mi sangre, solo e inocente, aguardando desde hace semanas a que suelte su mano, y le espere a orillas de la laguna Estigia; cuando los años vuelen y la bruja de arena venga a por él, para reunirle conmigo. Cuando las golondrinas de Bécquer sobrevuelen el cielo y le guíen hasta mí. Un pitido marca la última nota de una canción que parecía eterna, mis párpados se cierran, y todo acaba. Con un susurro; con un ”te quiero”.
Obra de referencia:
Gustavo Adolfo Bécquer obra: Rimas y Leyendas